domingo, 9 de enero de 2011

Diferentes formas de despertarse

Detalle de la mano del Cristo yacente pintado por Hans Holbein el Joven en 1.521 (Museo de Bellas Artes de Basilea)


Son diferentes formas de despertarse…con las manos ensangrentadas. A buen seguro hay formas tiernas, graciosas, aterradoras de despertarse así. Con las manos propias, con las manos de otro, con las manos que robaron, con las manos condenadas, con las manos metafóricas. Hasta con las manos de cerdo, ternera, cordero o mulo. Con las manos capitalistas, con las manos comunistas, con las manos piadosas, con las manos ecologistas, con las manos protectoras, con las manos cosechadoras, con las manos esquiladoras. Con manos artesanas, con manos industriales, con manos artísticas, con manos de verdugo. Con manos completas, con manos tullidas, con manos trasplantadas. Con manos blancas, amarillas, con manos cobrizas. Con una mano echada, una mano de ayuda, una mano de hostias. Con manos limpias, con manos de grasa. Con manos amenazadoras, con manos transparentes, con saludo romano, con el puño cerrado. Con manos de arpa, con manos de arpía. Con manos para sordos, con manos deportivas. Con manos estatales, con manos liberales. Con manos tiranas, con otras manos tiranas, con mas manos tiranas. Con manos inexistentes, con manos democráticas. Nos despertamos, sin excepción, con las manos ensangrentadas, alguna vez o todos los días. Sobre todo en zonas de sequedad, cuando los mocos se endurecen y nos hurgamos entre sueños, inconscientes, hasta que tomamos la decisión: ≪Yo, tras esta sangría, o me mudo a la costa, o me compro un vaporizador.≫


Matanza


Se despertó con las manos ensangrentadas. Cuando llegó, tambaleándose, a la cocina, vio a su suegra preparando el desayuno. Su mujer colocaba las tripas en la boca de la máquina de embutir chorizos y morcilla. Su ilusión se derrumbó como un castillo de naipes. Otro año más, pensó. Miró al corral. Las quince arrobas abiertas en canal del cochino blanco colgaban de un garfio. Por el suelo, los restos de las gachas de la ceremonia y los porrones de aguardiente que le condujeron grogui hasta la cama. ¡Sí, como todos los años! Ahora tocaba salar los jamones y dejarlos curar al oreo. Miró de nuevo a la vieja gorda, la imaginó desnuda.


Los estigmas de la fe


Se despertó con las manos ensangrentadas, la muy taimada, como todos los jueves de pasión. Aunque esta vez, los testigos enviados por los inquisidores, que andaban tras su pista, la citaron a solemne auto de fe. Confesó sus heridas fingidas en las manos, en los pies, en la frente de espinas, en la espalda flagelada, en el costado lanceado. La pena de la hoguera le fue conmutada por reclusión perpetua: la divina encomienda dictaba separar los verdaderos de los falsos milagros.

El otro

Se despertó con las manos ensangrentadas, clavado en la cruz. Recordaba vagamente que unos fanáticos, seguidores del que se hacía llamar hijo de Yahve, le habían emborrachado e intercambiado con la colaboración de unos soldados corruptos. Miró hacia el cielo
— ¡Me cago en todos los dioses! ¿Qué coño hago aquí? — se preguntó.
A sus pies, el profeta le sonreía y guiñaba un ojo cómplice.
— Cabrón, di la verdad, ¡sácame de aquí! — gritó al risueño, y balbuceando, apenas un susurro, se dirigió al soldado:
— Es…es…es ese otro,…carajo. — su voz se apagaba.
Pero el otro se acercó al soldado y le dijo al oído:
— Dice que sufre mucho, ha pedido una muerte rápida. Cumple su deseo, hazlo por misericordia.
El soldado cumplió el deseo, lo malenterraron en el campo y todos se largaron. El otro reapareció a los tres días como si tal cosa.


El contable


Se despertó con las manos ensangrentadas en la mesilla de noche. Las metió en una caja de pizza y escribió una nota: ≪Una cosa es el Debe y otra el Haber, pero lo importante es lo que debe haber≫ la firmó ≪Rick, el contable≫ y llamó al repartidor para una entrega urgente.

Dominación


Se despertó con las manos ensangrentadas rodeándole el cuello, pero el viejo pureta le había estado pidiendo más y más. Se quitó de encima el cuerpecillo, el antifaz y el maquillaje. Se embozó una gabardina y salió por pies. Esta vez se le había ido la mano.


Delación


Se despertó con las manos ensangrentadas como todos los que sobrevivieron a la depuración.

5 comentarios:

Claudia Sánchez dijo...

A ver si me explicas por qué no enviaste a concurso los que no enviaste. Huelga decirte que están todos excelentes... nada raro viniendo de ti.
Ahora, es un problema, maestro, a la hora de votar: los 3 mejores son suyos.
Mis felicitaciones por este medio.
Abrazos,

Guillermo Escribano dijo...

Gracias, Claudia
Cuando no envío alguno es bien porque no me gusta la frase final, o entiendo que no interesa en general. En realidad no pensaba concursar con ninguno, tengo serias objeciones a la democracia en estas cosas. Pero entonces alguien podría preguntar ¿ que hace este posteando cuatro o cinco cosas en un concurso en el que no concursa?
Te visito a menudo en tus cortitos, pero por hacer honor al título no suelo comentar. Soy cortito.
Un abrazo, admirada

Claudia Sánchez dijo...

Es difícil Guillermo, cuando se trata de voto popular. Pero a mí siempre me queda el consuelo que raras veces lo más popular es lo mejor.
Abrazos,

Danik Lammá dijo...

Es interesante (creo, por eso lo pensé así al concurso) que los que no tienen ni puta idea de minirrelatos/micros, minis o como se le quiera llamar lean y digan, me gusta éste o el otro... ¿De que sirve escribir para un círculo cerrado?
Y primero están los votos de los participantes que se supone la mayoría conocen algo del tema y aspiro a que lleguen los mejores textos al voto popular, así cualquiera que gane nos deje bien parados.
Guille no votaste (yo te cambié el error del comienzo de frase) y eso cambió mucho el resultado final. Pero si no quieres concursar NO PASA NADA, nadie tiene porqué objetar ni opinar nada porque postees y no concurses. Tus textos pueden servir a otros para aprender. En definitiva, creo que la excusa de concurso es motivar pero la verdad, creo, es como un taller.
Un abrazo a ambos.

Guillermo Escribano dijo...

Gracias, Clau.
Ya había decidido mi votación, sobre todo por respeto a los demás, empezando por los que ya me habían votado a mí. Pero me quedé sin internet dos días.
Comprendo el sentido motivador de los concursos pero no los resultados. Por ejemplo, el de Caro del dinosaurio es antológico y casi nadie le ha votado.