lunes, 28 de junio de 2010

Continuación encadenada


Las almas de los que no habían sido enterrados eran la excusa para fabular con lo peor de los vivos. La mala conciencia, la memoria entre escombros ideológicos y religiosos hicieron el resto: un conjunto de banalidades cobró vida y nos encontramos con esas almas errabundas nadando en la confusión ridícula de una vida ínfima y pobre: mejor les hubiera resultado seguir en su inframundo.
Terminada la fabulación, se consumó la segunda estafa, la segunda violación: la fabulación mutó en confabulación y todos los vivos se hicieron pasar por falsos carontes estafadores. El caos llegó a tal punto que el mismo Caronte perdió su puesto de trabajo y la laguna se desecó.
Ahora ya no existen las dos orillas y solo hay almas de vivos enterrados y de muertos que no han sido enterrados; por eso, cuando se cruzan por la calle, suelen preguntarse unos a otros ¿cómo te va la vida?

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