Va por tí, Jack

No se determinar con exactitud de donde procede esta inusitada fuerza en mis piernas. Pedaleo con un ritmo fuerte, sostenido, casi brutal este triciclo que se desplaza sobre los rieles de la línea del norte. El aire frío entumece mi cara y las lágrimas y los mocos me cuelgan como témpanos que dibujan unos bigotes helados hacia atrás. Sin soltar el manillar me calo la boina hasta las cejas, sin aminorar la frecuencia de mi pedaleo. Doblo con cierta elegancia una curva que aparece de súbito a la salida de un largo túnel y al recuperar la línea recta de una vertiginosa cuesta, lo veo subir frente a mí: el Expreso Madrid-Irún.

Lanzo mi grito de guerra: te vas a enterar tú,gilipollas, de cómo las gasta un Holbein, vas a quedar como una ensaimada. Y volviendo al recuerdo de mi fiel perro Jack, bajo la cabeza, acelero y cierro los ojos.

Hans Holb