domingo, 30 de octubre de 2011

Parte del cambio de Guardia-I


I

La inspiración sigue sangrando cada luna.
El combustible, el sólido corazón,
el alma gasificada y la líquida paz
sucumben al ridículo poema:
van camino de estirar la pata.
¿Acaso no nos contaminan y nos vejan,
como lo hace un dolor de muelas,
doblegándonos como cuerpos
de plastilina por un insignificante,
un voraz y minúsculo nervio?

La próxima guardia debe comprobarlo,
pero desde mi punto de vista,
deberían volver a cantar a los héroes
de las guerras, a la épica del suicidio colectivo,
a las vidas ejemplares y sus santos inocentes,
preguntando a sus amigos muertos,
ese fascinante ejercicio de los clásicos.
Deberían cantar a la geometría plana
del destino incierto y a las apuestas mutuas,
a las defecaciones fiscales y el necesario impulso
de los músculos peristálticos de la gobernación.
La proliferación de nuevas costumbres sexuales
está en vía muerta, en esto no hay innovación.
Deberían profundizar en la ocupación ociosa
de los inteligentes primates con MBA,
reducirlos a tareas de chimpancé: la contabilidad.
La fantasía emocional no debería estar
reñida con las hazañas de los buenos ladrones
ni de los bonus/malus o el desorden de las cosas
que la actividad de otros mamíferos erguidos,
introducen en la naturaleza. Son una especie
dañina, tanto como las cigüeñas y su exterminio
de la rana autóctona. Como las palomas sobre los
monumentos, escagarrian los cimientos de
nuestra cultura con anglicismos estúpidos
y toda clase de porquerías sin contenido ni valor científico.
Todos estos mamíferos, no tienen más dioses
que el autobombo del cotilleo empresarial,
como las porteras maldicientes o la misma TV.



© Guillermo Escribano

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