domingo, 25 de julio de 2010

Nuevas andanzas de Hans Holb


Hemos perdido parte de las memorias completas de Hans Holb desde que, arrastrando su cajón de madera y un disparador de haz de electrones, desapareció con Valentina Gordon y su hermanastra Elena Nikoláyev. La reconstrucción de sus andanzas en el Kurdistán la hemos podido reconstruir a través de la correspondencia que mantuvo con su tío, ya octogenario, Holbie el Orfebre. Este otro Hans, permaneció exiliado en Bergen al ser acusado de alta traición por las autoridades belgas y de provocar la confusión lingüística y la desintegración de la monarquía con sus misteriosas cucharillas anamórficas.
A través de esa correspondencia sabemos que Hans Holb rendía un respeto palmario a los consejos de su anciano tío, y que el consulting de taoísmo, afincado en una aldea de las afueras de Sulaymaniyah, marchó viento en popa los dos primeros años. Confiesa Hans a su tío que los ingresos atípicos del negocio marcaban la diferencia. Siendo allí la mayoría de confesión alevista, rama liberal del yazidismo dominante, no practicabann la taqiyya, de ese modo podían disimular la fe cuando estaba en juego su propia vida y así Hans podía contar con la generación de voluntarios, introduciendo a estos previamente en el cajón de Schrodinger. Salían, los que salían vivos, dispuestos a comprobar las enseñanzas del Tao.
Un día aburrido, de lluvia incesante que arrastró torrenteras pardas y violentas, un pavo real se refugió en el cajón de Schrodinger. Podría pensarse que alguien hizo funcionar el haz de electrones por casualidad o descuido, y esa fue la inútil defensa que esgrimiría Holb, pero lo cierto es que el pavo lo desplumaron las hemanastras Tereshkova, pues la dieta de awshari, ese queso de hormigón de oveja las entristecía más que los aluviones pertinaces de aquel invierno. Poco podían imaginar ninguno de los tres que era animal sagrado porque representaba a Melek Taus, el ángel del pavo real, que es considerado por algunos musulmanes y cristianos como Satanás o el diablo. Lo cierto, como relata Holb meses más tarde a su venerado tío, es que la ceremonia del banquete fue presenciada por uno de los clientes que, no habiendo llegado todavía al capítulo 47 del Tao, “El hombre Culto, sin acción realiza”, acudió a pregonarlo por todos los rincones. Como consecuencia de ello, las dos mujeres fueron lapidadas sin compasión por el resto de las mujeres de la aldea, no sin algunas muestras de pena por parte de algunos hombres. El cajón fue quemado y el disparador de electrones intercambiado con las tropas americanas por herramientas para la guerra de independencia contra Irak. Hans consiguió huir hacia las montañas, con dos tajos de machetazos a sus espaldas, el rostro ensangrentado y el terror dibujado como la careta de un carnaval apocalíptico, pero debía salvar su vida ya que por la de sus mujeres no podía hacer nada. Según cuenta a su tío, atravesó varias cadenas de montañas, perseguido por varios grupos a su caza, hasta Mahabad y ya, disfrazado en la ciudad, se las arregló para cruzar la frontera de Irán. Allí robó un traje y unas gafas y recuperó su aire intelectual, y siendo de profesión físico nuclear, no tuvo problemas para hacerse pasar por un occidental renegado y atravesó el país hasta el norte, y luego hasta Magri, ya en Armenia. Encontró refugio en Yereban, donde cayó bajo la tutela, los brazos de seda, la piel de canela y la voz de terciopelo de una adolescente, Valeriya Asaturyan, más conocida por Eva Rivas, que más tarde representaría a Armenia en el Festival de la Canción de Eurovisión 2010 con la canción "Apricot stone".
Cuando su tío inquiere a Hans para que le explique algo que su anamórfica imaginación no le permite entender, ¿cómo podían miembros de una religión ancestral y tan cerrada como la yazidista, cuyo origen se cifra en el año 2000 adC, atender al coaching taoísta? Hans Holb no rehúye el fondo la cuestión:
“Cuando salían del cajón, simulaban limpieza de creencias y una supuesta apertura a otra verdad, pasaban a unos cuartos donde mis dos asistentas les mostraban otra apertura verdadera, la de sus muslos, allí empezaba el trajín de los somieres: ying-yang, ying-yang, ying-yang. La primera lección había comenzado”
El viejo entonces entendió porqué la ceremonia de la lapidación no fue celebrada por todos los hombres. Los conversos taoístas sentían que les faltaría parte de su propio yo y mirando a sus esposas recordaban el capítulo dos de las enseñanzas del maestro Tzé:

Cuando se reconoce la Belleza en el Mundo
Se aprende lo que es la Fealdad;
Cuando se reconoce la Bondad en el Mundo
Se aprende lo que es la Maldad.

Para los que quieran saber acerca del tío de Hans Holb, sigan el enlace:

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