Hoy me he despertado cadáver
y me resulta nauseabundo,
ajustar cuentas pendientes
con los otros cadáveres.
No oigo y eso tiene sus ventajas,
ni veo, ni huelo las emanaciones,
ni siento las figuraciones
de los machos y las hembras
de la peor especie animal.
Esto le puede pasar a cualquiera,
estoy intacto e incorrupto,
aunque hay un inconveniente;
os preguntareis ¿cómo se puede
hacer daño a un muerto?
Y yo os respondo: con los tajos del recuerdo,
con la herramienta de tortura más
atroz de todas, con la memoria.
Dejadme en paz los vivos,
dejadme en paz los muertos,
solo quiero descansar
© Guillermo Escribano
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