sábado, 16 de enero de 2010

Obra Maestra



Estábamos en aquel caserón húmedo y frío porque no había adonde ir y llovía sin parar. Tampoco teníamos televisión, lo alquilamos por dormir fuera, lejos de la rutina, las rigideces, la luz triste y las partidas de cartas del cuartel. Estaba sentada a mi lado en el único sofá de la casa. La chica era más bien fea, entrada en carnes, estaba un poco sudada por el viaje y tenía el pelo sucio, casi coriáceo: olía a tabaco mezclado con aceite refrito.

.....—Que mala suerte Holb. Un viaje desde tan lejos para verlo y resulta que está de guardia.

.....—No te preocupes, en tres horas sale y, en un cuarto más, se presenta aquí. Dúchate y cámbiate si quieres. Si nos hubieras avisado antes, yo le habría cambiado la guardia.

.....Debió calcular rápido tras los datos horarios, porque en ese momento, y sin mediar palabra, colocó su mano sobre mi pene y empezó a dar suaves toquecitos primero, luego friegas, mientras con la otra mano tomaba una revista de pesca. Así, sin decir una palabra. Mi polla, se sintió protagonista y empezó a crecer cuando la miré. Y bueno, la chica no era tan fea, le retiré las gafas y hasta me pareció extraordinariamente bella. Un ángel masajeador que buscaba refugio a su decepción. Paralicé su mano sin retirarla del objetivo.

.....—Espera. Ya sabes que tu marido es mi mejor amigo. No está bien. Además, además…nos puede pillar, coño—mi voz tambaleaba ebria y ansiosa.

....—No te preocupes amigo, solo quiero darte un ratito de alegría, yo estoy con el mes, trae saca eso de ahí—abriendo mi bragueta.

....— ¿Qué? Vamos, ven conmigo ¡eso qué más da!—la tomé de la mano, la llevé hasta la cama y la tumbé—ahora vamos a oficiar una misa de sangre. Te deseo, te quiero, me comeré tu carne como a mí me gusta, viva y sanguinolenta—Se desnudó y se abrió para mí, sin un asomo de turbación. Empezaba a disfrutar de lo lindo con el show.

.....— ¿Sabes que aquí, en esta provincia, se mezcla la leche con sangre de ternera y se guarda en la nevera para beberla bien fresquita? Sus jadeos eran melismas de una cantata barroca, su sudor, dulce néctar y sus cabellos me parecían plumas de ángel. Cara a cara, cara con cogote, cara entre piernas. Repetimos, por petición mayoritaria, hasta tres veces. Antes de la cuarta se quiso duchar y cambiar las sábanas.

.....—No lo hagas, ¡anatema!. Fumemos un ratito y nos tomamos el postre, mira la sábana: voy a mandar enmarcarla. ¿No es hermosa? —y la besé una y otra vez en las caderas, en el ombligo, en los pezones, en los ojos y me entretuve con la lengua en los pelillos de sus orejas.

.....—Eres mi musa, mi rosa roja, mi corazón roto de amor—susurraba a su oído mientras terminábamos los cigarrillos.

.....Finalmente estampamos la firma sobre el lienzo que tratamos con esencia de clavo primero y aceite de nueces decolorado después, con la ayuda de su marido. Quedó magnífico montado sobre un enorme bastidor para dar calor y color al caserón, que recobró la lozanía. Ahora estamos sentados los tres en el sofá, debajo del cuadro que preside el salón. Ellos son un matrimonio perfecto. Mi amigo deja que cada período lunar el lobo ronde su hembra porque a él no le gusta la fábula ni la sangre. Estamos destinados lejos, muy lejos el uno del otro para que yo pueda acudir cada mes, quizá algún otro lobo ocupe mi lugar en mis ausencias. Yo he pintado más lienzos, pero ninguno como aquel, mi obra maestra.


Hans Holb Safe Creative #1001165329875

1 comentario:

Caballo de fuego/Horse of fire dijo...

lúbrico, con el pigmento del plasma, la esencia de la acción me traslada al caserón!

Muy bueno.